Jon ARRETXE, No digas nada

February 8, 2021
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Jon ARRETXE, NO DIGAS NADA, Erein, 2019

ADVERTENCIA

No se recomienda la lectura de este libro a

  • personas sensibles;
  • personas alérgicas al humor negro;
  • amigos de los animales;
  • personas que no distinguen entre realidad y ficción (no debe haber entre los lectores de este blog, pero es mejor prevenir).
  • Así que ningún animal ha sido maltratado.

Con No digas nada, una pseudo novela rural, Arretxe reanuda con la saga de Touré, un Touré que ha cambiado mucho desde 19 Cámaras y por su culpa, va a desempeñar el papel del aspersor regado.

Cansado de las torpezas a las que lo somete « La Rata », el policía escondido detrás de la cámara de vigilancia y temeroso de la venganza del clan de los nigerianos (cfr.Juegos de Cloaca) salió de Bilbao y abandonó a sus amigos para refugiarse en un pequeño pueblo de montaña donde hace de guardián de ovejas. La presencia de un extranjero, negro además, aviva los rumores. Sin ser francamente hostil, la actitud de los habitantes es una mezcla de oportunismo y desconfianza. Oportunismo porque se le puede confiar las tareas ingratas a cambio de un salario de miseria, cuando se dignó pagarle y desconfianza porque se le sospecha de ser un poco brujo a causa de sus supuestos dones de clarividencia.

Como en la mayoría de las aldeas aisladas y replegadas sobre sí mismas, todos los habitantes se conocen, se espian, se envidian y tienen puntos en común : la credulidad, la avaricia y la maldad, secuelas, como dice Touré , de la consanguinidad. tan temida en la ganadería donde trabaja.

Los más representativos de esta fauna son Issac, el Alguacil, especie de sheriff local que las mujeres describen como un personaje pegajoso, un degenerado obsesionado sexual.(106). Codicia a Idoia, la hija del carnicero y ve en Touré a un rival peligroso. Tomas, el tuerto, apodado el cíclope, propietario del mayor rebaño de la región y del desafortunado asno que será, a pesar de él, el protagonista póstumo de la novela. Julián, el pastor criador de ovejas de raza, el empleador de Touré que está convencido de que Touré es un brujo capaz de hacer desaparecer animales y hacerlos reaparecer, capaz también de provocar invasiones de caracoles.

Sólo dos personas sienten simpatía por Touré: Adama, un senegalés que había conocido durante su travesía para llegar a Europa, y Idoia, la hija del carnicero, que sueña con huir del ambiente sofocante de su pueblo. Adama llegó a este pueblo mucho antes que Touré, fue contratado como vigilante nocturno de la gasolinera situada a la salida del pueblo. Como los clientes son escasos y su empleador poco presente, Adama se ha concedido algunos privilegios, como el de disfrutar de las botellas de vino de la reserva de su jefe, botellas que comparte la noche venida con Touré, que a cambio le trae cangrejos de río. Es Adama que se encargó de instruir a los habitantes sobre los dones de Touré y sus talentos de detective. Lo que despertará la curiosidad de los aldeanos y sucia una mezcla de miedo y respeto.

No digas nada se abre sobre una escena de antología digna de una película de terror: la decapitación de un asno con motosierra. Y eso es sólo el comienzo. Sin embargo, este acto bárbaro hará feliz a Touré. La cabeza del burro que fue arrojada al río va a resultar ser un cebo excelente para pescar cangrejos de río.

Nadie quiso meterse en el caso del burro hasta que los habitantes recordaron el pasado de detective de Touré. Le pidieron que investigara. El « detective » Touré tendrá mucho trabajo que hacer, porque este caso será seguido por otros delitos, algunos banales en zonas rurales, como robos de ganado, otros más insólitos como la sustitución, en una cría, de corderos de raza por corderos comunes o la manía de decapitar a los animales (corderos, perros, incluyendo un Mâtin español que gozará de especial atención) Al escuchar los rumores, las quejas, las denuncias, las confidencias maliciosas… Tendrá muchas pistas que se cuidará de no perder para aprovecharlas. Se interesa más particularmente en las actividades del párroco del pueblo, un loco del volante, amante de la buena carne, y lujurioso por eañadidura; Mantiene relaciones sexuales atípicas con su « asistente », una prostituta del burdel local. Como este párroco se topó una noche con su coche Touré que circulaba en bicicleta, estima que tiene una deuda con el africano. Lo invita a cenar. Durante estos ágapes, Touré va a descubrir todavía muchas cosas poco católicas, cierto, pero muy interesantes para su investigación…y para su persona. Pero a fuerza de tirar de la cuerda, termina por romperse. Acorralado por Isaac el Alguacil, no tan tonto como parecía, Touré se entera, fotos en apoyo, de que este último sabía demasiado sobre sus actividades. Si estas revelaciones llegaran a oídos de los aldeanos, éstos no vacilarían ni un instante en lincharlo.

La novela terminará como comenzó, en la sangre, no ya de animales, sino de humanos que se matan salvajemente y si Touré no está directamente implicado en la responsabilidad de esta masacre, no es del todo ajeno. Como le aconseja Adama, es hora de que Touré abandone no sólo la región, sino también el país.

Con No digas nada, descubrimos otras facetas de las cualidades literarias de Arretxe, ya perceptibles en La banda de Arruti que había presentado en este blog. Si la literatura no copia la realidad, se preocupa por la verosimilitud. No en No digas nada ni en La banda de Arruti.

Si toda novela es una ficción, incluyendo las novelas autobiográficas donde Je est un autre (como lo demostró Philippe Lejeune), los jóvenes lectores han aprendido en la escuela que el que escribe en primera persona no es el autor sino el hablante. Y en las novelas basadas en hechos reales cada vez más numerosas, aunque las reconstrucciones son clamorosas de verdad, el autor no interviene, Stendhal no estaba en Waterloo, es Fabrice, el personaje de la novela, que describe el campo de batalla y el narrador de La Invención de Morel no es Bioy Casares. En No digas nada, Arretxe no se preocupa de la verosimilitud – Cervantes tampoco en Don Quijote de la Mancha – pero, y eso es capital, tiene la preocupación de la coherencia. En efecto, si no se puede creer en los avatares de la cabeza del asno ni en las múltiplos ni en las mutilaciones de animales, hay que admitir que todo se justifica: se utilizan animales para pescar otros, para vengarse de un vecino y, al final, para comerlos, legal o ilegalmente.

La descripción de los aldeanos también es bastante inverosímil. Es la Corte de los Milagros, pero como para la estructuración de la historia, se justifica. Sólo seres, toscos, malvados y crédulos podían llegar a tales extremos.

Encontramos todas las cualidades literarias de Arretxe.a escritura fluida, agradable de leer en la versión en lengua española (no soy capaz de tener una opinión sobre la versión original en euskera); – el dominio de las técnicas narrativas, en particular las que consisten en dejar al lector la tarea de interpretar e imaginar lo no dicho; – el dominio de las técnicas del suspense; – el dominio de técnicas cinematográficas intrínsecamente implicadas en la narración, como ya se había podido apreciar en las novelas precedentes, y no técnicas implícitamente destinadas a impulsar una posible adaptación a la pantalla, como se ha convertido en una moda.

Como en sus novelas anteriores, Arretexe hace una vez más la demostración de que uno puede ser a la vez un novelista « popular » en el sentido de que seduce al gran público mientras sigue exigiendo proponer historias que salen de lo ordinario y que son de calidad, tanto desde el punto de vista del fondo como de la forma. Obras exigentes que confían en la inteligencia y la complicidad de los lectores. En resumen, obras siempre agradables de leer – y de releer –

Lectura aperitiva… aunque (Y llena de índices)

Los grillos dejan de cantar al percibir los pasos de alguien acercándose. El silencio se apodera de la noche, pero solo durante unos segundos; es un silencio frágil y poco duradero que se quiebra en cuanto empieza a rugir la motosierra. Aunque la temperatura es agradable, el hombre lleva un chubasquero amplio y cubre su cabeza con la capucha. Echa un vistazo hacia la borda, donde la falta de luz hace pensar que no hay nadie. Todo está en calma.

Solo el burro se revuelve inquieto y parece intuir algo, con las orejas erguidas, en alerta. El extraño visitante se acerca al animal, que levanta lamirada sin tann siquiera amagar con un rebuzno. Y entonces todo sucede muy rápido ; un corte limpio y la cabeza se desploma, seguida del cuerpo erupcionando como un volcán de sangre. Está hecho , el hombre apaga lamotosierra y observa a su alrededor ;todo sigue igual entre laoscuridad y el silencio. Es un lugar apartado, sin casas, sin vecinos, lejos de cualquier posible testigo. Apenas hay riesgo de ser descubierto, él lo sabe.

Agarra la cabeza del asno por una oreja y la arrastra hasta el camino, dejano un reguero de sangre y la hierba aplastada a su paso. Abre la puerta trasera del 4×4, deja el trófeo sobre un plástico, atento al tímido retorno del canto delos grillos.Solo cuabdo se restaura la placidez inicial sube al todoterreno, girala llave de contacto y pisa al fondo el acelerador mientras suena a todo volumen Origin of symetry, de Muse. (págs 7-8)

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