Ya es hora de que nos interesemos por los autores vascos (2)

February 7, 2021
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En la rúbrica anterior se hablaba de las condiciciones legales y administrativas de las lenguas minoritarias y más en particular del euskadi.

Si dediqué la primera reseña a la obra de Bernardo Atxaga es porque, al no ser el pionero de la novela criminal basca, fue el primer autor de lengua vasca cuyas novelas franquearon las fronteras de España.

En el généro, las novelas Ehun metro (Cien metros) [1]de Ramón Saizarbitoria (1976), Y Dios en la última playa, de Cristóbal Zaragoza en las ediciones originales en euzkadi antecedieron a las novela de Atxaga.

Gran viajero, o mejor dicho, trotamundos con una mente curiosa y un sentido social muy agudo, Jon Arretxe siempre privilegia los contactos humanos, más en particular con la gente pequeña, los desatendidos, los migrantes… a los que mira con empatía, lo que no quiere decir que su mirada sea ultra optimista sino objectiva. El mundo que frecuenta es un mundo muchas veces muy duro. como las novelas en las que lo pone en escena.[2]

Acabo de leer su último libro, La Banda de Arruti[3], Erein, 2018 y volviendo atrás en el tiempo, Shahmarán, Erein, 2009[4] y La calle de los Ángeles[5], Erein, 2010.

SHAHMARÁN

Los turcos que ves por la calle tienen pinta de pobretones, pero, con el dinero que ganan aquí son ricos en su país.¡Menudos chalets que se hacen cuando vuelven allí ! Claro, aquí tienen servicios gratis, les dan ayuda, subvenciones… ¡Y al final, todos forrados! ¡Pero si viven mejor que nosotros! (p. 12)

Shahmarán [6] cuenta cómo hacen los inmigrantes para sobrevivir en un entorno indiferente cuando no es francamente hostil.

Como consecuencia de la matanza del padre de familia y de su hijo mayor por el ejercito turco, los superviviente de la familia de Kawa tuvieron que huir de su pueblo de Kurdistán.

Mientrás el segundo hijo y su hermana emigraron a Munich, Kawa, el menor se ha quedado en Estambul para mantener a su madre que está en una silla de ruedas, pierde la memoria y sueña con volver a su pueblo para festejar la boda de su hija. Lo que da lugar a escenas enternecedoras.

Kawa tiene un solo amigo en quien puede confiar, Zinar, dueño de un puesto de venta de frutos secos y sangujuelas en el bazar. Zinar actua como intermediario entre comanditarios anónimos y Kawa que contratan como asesino a sueldo. Su remuneración se calcula en función del “número de personas que van a llorar por el muerto”. Es decir, que suele recibir poco dinero e incluso, nada. Esos trabajos le aportan apenas para ofrecer a su madre un pequeño regalo que le traiga algo de felicidad. Sin embargo, como los buenos empleaditos desempeña su trabajo como si fuera un trabajo de rutina, sin siquiera cuestionarlo.

Un día, concede la custodia de su madre a Zinar y se marcha a Alemania para ver a sus hermanos. Pero las cosas no se pasan como lo imaginaba. Tropieza con problemas de diferencias de cultura, de xenofobia…, no reconoce a su hermano que ha cambiado. Se ha modernizado, tiene amigos de poca fe, quiere que Kawa se case con una kurda, y, además, dice que no tiene ideas dónde está su hermana que ha desaparecido, lo que parece no preocuparle.

Frente a las palabrerías de su hermano, Kawa decide emprender investigaciones sobre la desaparición de su hermana. Y lo que va a descubrir da escalofríos, sobre todo cuando encuentra por casualidad el cuaderno de su hermana al descolgar un cuadro de Shahmarán en su habitación

No se puede contar el resto de la historia para respetar un final que hará que el lector cuestione todo su proceso de lectura anterior y no desvelar un suspense que desemboca en un desenlace inesperado, conmovedor y trágico.

Una novela muy negra, con protagonistas convertidos en seres sin fe ni ley a consecuencia de las circunstancias de la vida. Ocasionalmente emerge un destello de bondad rápidamente apagado en ese entorno de manipuladores y de explotadores.

Leer un fragmento

[Habla la madre de Kawa] ¡A que no adivinas quién ha venido a visitarme unto antes de que llegaras!
[…]
— Zinar. Ha venido con tu padre, con Asó y Rodar y con mis padres, y con los tíos, todos cogidos del brazo, acompañados con los músicos. Igual que en las visitas anteriores, ¿Te acuerdas? Solo que ahora también ha venido el bueno de Zinar. ¡ Cómo me alegro !
–Kawa siguió frotándose las manos bajo el grifo-,Y me han invitado a ir con ellos, pero no sabía bien que hacer, si levantarme o no. Al final les he dicho que esperen hasta que llegues tú – la mujer hizo una pausa para recuperarse de ala excitación. ¡ que bien ! ¡la familia de nuevo unida en Dogu! Pero ¿No les has visto?, ¿ no estaban ahí abajo
— Ahí abajo no hay nadie, madre. Estamos en Estambul y has vuelto a soñar.
— ¿En Estambul?
— La anciana calló y quedó cabizbaja, recostada en la cama, como cada vez que regresaba repentinamente a la realidad.

LA CALLE DE LOS ÁNGELES

Parece, además,que estos últmos días está cayendo más gente de lo normal (p.95)

La calle de los Ángeles, trascurre en Lisboa, con su barrio de Alfama, sus empinadas callejuelas, su tranvía 28 y sus fados. Pero, detrás de los clichés de postales, se esconde otra cara menos amena de la ciudad de las siete colinas.

El protagonista principal, Mario Barrosa es un ex comisario expulsado de la policía y convertido en cantante de fados. Una noche, mientras estaba actuando, le anuncian que su amante, una vieja prostituta brasileña, ha sido asesinada. Ese crimen deja indiferente a los habitantes del barrio acostumbrados a vivir en un entorno de inseguridad. Incluso no le permiten ver por última vez a su amante.

Mario quiere saber quien mató a su amante, pero nadie le ayuda, nadia ha visto nada y no puede contar con la colaboración de la policía en la que se ha hecho algunos enemigos

Desde luego, se pone a investigar por si mismo. Su pasado de policía y su conocimiento de los barrios conflictivos y de la fauna que los frecuenta le presta una ayuda valiosa en sus pesquisas.

Por sus andanzas por Lisboa, hace descubrir una Lisboa alejada de las guías turísticas, la Lisboa de la gente sencilla, de las vendedoras callejeras, de las conductoras del tranvía, de sus pasajeros que despotrican contra la invasión de los turistas, de los inmigrantes venidos de la antiguas colonias portuguesas; también la Lisboa de los pequeños camellos, de los carteristas, de las prostitutas, de los policías corruptos… Y cuando anda por los lugares turísticos, las callejuelas estrechas, los miradores, los funiculares, lugares ideales para delitos, desde trifulcas, ajuste de cuentas, atracos…hasta asesinatos y « suicidios »

Lo que va a aprender a los largo de sus pesquisas, a pesar de la omerta que reina en aquellos barrios marginales, es peor que calquier cosa que pudo imaginar. Riñas entre migrantes, ajustes de cuentas, asesinatos, caídas accidentales, suicidios…todo eso forma parte de un plan fomentado para limpiar la ciudad de esas plagas perjudiciales para la imagen que ofrecen a los turistas.

La novela se cierra en la misma escena que la del primer capítulo con un espectador inesperado.

Las tres novelas, Shahmarán, La calle de los ángeles y Sueños de Tánger comparten cosas en común:

— llevan a los lectores a hacerse otra imagen que las que vinculan las guías turísticas de aquellas ciudades y, por lo tanto, a desembarazarse de unos clichés;

— no se trata de novelas policíacas, no hay detectives ni policías. El único policía que investiga es el ex-policía Mario Barbosa en La calle de los ángeles, y lo hace por cuenta propia. Pero sí, son novelas negras por desarrollarse en entornos sociales negrísimos.

Por otra parte, al igual que en las demás novelas de Arretxe, el narrador prescinde de cualquier consideración moral. Incluso cuando presenta a los únicos protagonistas peligrosos, corruptos, sin escrúpulos, son los policías.

[1]Cfr. reseña en ese blog.

[2]En este blog, ya publiqué reseñas de novelas de Arrantxa Urretabizkaia,El cuadermo rojo (1998, ed. en euskera. Pamiela, 2013) y de Jon Arretxe. La saga de Touré y Sueños de Tanger.

[3]Arrutiren banda, Erein, 2017.

[4]Xahmaran, Erein, 2009.

[5]Fatum,Elkarl, 2008.

[6]Shahmarán es un ser mitológico del Asia Central[…] Es habitual que, en las casas kurdas, la mujeres decoren su dormitoriocon dibujos y bordados de Shahmarán. (nota del autor). Es uno de esos dibujos que va desarrollar un papel decisivo en las últimas páginas.

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