¡ Otra novela sobre el secuestro de hombres de negocios por ETA !
Si lo consideramos desde el punto de vista temático, sí. Pero la forma de tratar el tema es original y no tiene nada que ver con las novelas anteriores sobre el asunto.
Primero, la víctima, Bixen, no es un hombre de negocios, sino un intelectual, profesor de universidad. Está a la espera de una cirurgía cardíaca delicada.
Es muy crítico con las tesis de ETA y la violencia que provocan..
Luego el rescate es político. No consiste en sacar dinero sino conseguir una declaración de Bixen.
Por fin, no habrá un secuestro sino dos.
Estamos en 2007 cuando ETA rompe la tregua iniciada en 2006. La organización necesita recuperar su prestigio y encuentra una oportunidad a raíz de la intervención de Bixen en un programa de televisión en el que sustituyó a un orador que había tenido que desistir.
El secuestro va bien, de manera clásica, con encapuchados, viaje en el maletero de un coche…
Pero, a continuación, las cosas no salen como planeadas.
La mujer de Bixen no sólo no obedece las consignas de los secuestradores sino que decide tomar las cosas en sus propias manos y monta un plan maquiavélico y peligroso basado en el dicho ojo por diente, que consistirá en secuestrar a Ander, el hijo de Inaki Atsbar (Kuti) el portavoz de ETA que no participaba en los actos, pero entendia que las acciones eran necesarias […] pero nunca había pensado que sus hijos pudieran estar en peligro. (p. 104)
Es una situación tanto más peligrosa cuanto que la responsable es una aficionada cuyas reacciones pueden ser imprevisibles.
Ander es un niño, cobarde, crédulo, apasionado de la serie Zarpa de acero une adaptación de la figura del hombre invisible, personaje en que se identifica. Ese alias y que le ayudará a no ver la realidad de frente.
Al lado de esos protagonistas, hay Roque, el guardián de Bixen, un hombre maduro, que no estaba de acuerdo con la improvisación de la iniciativa del secuestro de una persona enferma a la espera de una operación cardíaca. Lo que hacía correr el riesgo de acarrear consecuencias nefastas.
Es él quien va a favorecer la fuga de Bixen por medio de un truco extravagante, pero eficaz.
Hasta ahora, Juana Cortés Amunarriz sólo era conocida como escritora de relato, novela y literatura infantil y juvenil.
Los ausentes es su primera novela en el género policíaco y se puede escribir que es un éxito.
El diseño es original, sabe jugar con los horizontes de espera del lector, con el suspense.
creando incidentes inoportunos, pero verosímiles como la rotura de su teléfono móvil, herramienta indispensable para poder negociar en la situación en la que se ha metido.
Evidentemente todo no es todavía perfecto: hay algunos problemas de temporalidad, descripciones superfluas (influencia de la escritura de libros para la juventud? ) ...
Pero el árbol no debe ocultar el bosque y estos "pecados de juventud". No arruinemos la diversión con los detalles.
En cambio, esta influencia es positiva cuando pone a un Ander que intenta huir de la realidad por la imaginación poniéndose en la piel del hombre invisible o cuando recrea escenas con Ander y sus condiscípulos. Estas digresiones aparentes son siempre funcionales.
En resumen, Los ausentes es una novela que se lee con mucho placer esperando que su autora siga adelante en el género.
Lectura aperitiva
[Kuti, uno de los dirigentes de ETA se presenta en la comisaría para denunciar el secuestro de su hijo]
- ¿ Qué quieres ? -le preguntó a Kuti el primer ertzaina , mirándole con desconfianza.
- Quería…Quería poner una denuncia. Mi hijo ha desaparecido – dijo Kuti desesperado.
- ¿ Y quieres que nosotros le ayudemos ? Ahora estamos aquí para ponernos a tu servicio…Creía que para tí éramos basura. Cipayos que solo servimos para que algunos prctiquen el tiro en la nuca o el coche bomba.
- Solo he venido a poner una denuncia – dijo Kuti agotado.
- Y yo te digo que no deberías pedir ayuda a aquellos que tanto odias.
- Ya vale dijo el otro agente -. Déjale en paz. Te vas a meter en un lío.
- Sabes, hace diez años que volasteis el coche de un compañero con una bomba lapa adosada en los bajos de su Opel Vectra. Quizzás tu lo hayas olvidado, pero yo me acuerdo todos los días.
Kuti evitaba mirarle. Sentía la rabia de aquel hombre, y de exhausto, no lograba mostrarse firme.
- La explosión desplazó el coche cuarenta metros, hasta hacerlo chocar con una furgoneta. Cuando lo sacaron estaba reventado. Murió dos horas después. Paso cerca de aquí.
El segundo agente cogió a Kuti del brazo para llevárselo de allí.
- ¡Tenía treinta y seis anos y tres hijos! – gritó el policía de los ojos claros mientras salían.
Kuti se sintió aliviado cuando dejó de escuchar sus gritos Le indicaron que se sentara en una de las mesas de atención al público. Se derrumbo sobre una silla. (p. 283)
